martes, 3 de junio de 2008

Había una vez

Bueno aquí os dejo un cuentecito que escribí para una clase, y he pensado ponerlo aquí, no sé porqué la verdad, ya que no tiene nada de especial, pero me apetecía, aquí os lo dejo:

Hubo una vez, una ciudad feliz, en la que la gente sonreía por las calles, era amable, y no cerraban las puertas por las noches, no había pobreza, ni grandes plagas o enfermedades, las personas se ocupaban las unas de las otras y nadie se sentía desgraciado, acogían a los extranjeros con los brazos abiertos e intentaban que se sintieran como en casa, pero un día llegaron de la mano, inocentemente tres hermanos, Tristeza, Duda y Miedo, al principio todo fue normal, les dieron una casa para que pudieran quedarse, les informaron de los servicios que podían prestar a la comunidad para el trueque de comidas, ropas y demás cosas necesarias y les dejaron que se asentaran en su preciosa ciudad, llena de parques, fuentes, plazas, etc. Los hermanos salieron de paseo, y cerraron la puerta con llave por Miedo y Duda que no sabían lo que podía pasar, los vecinos, lo tomaron como una extraña costumbre adquirida de dónde fuera que vinieran los 3 hermanos, empezaron a pasear, y se dieron cuenta de que tenían hambre, así que preguntaron por el mercado, que estaba metiéndose por una callejuela, Miedo preguntó por otro camino, Tristeza se turbó al verlo, y Duda pensó que no sabía si era seguro, el ciudadano se quedó extrañado, pero les indicó otro camino.
Al llegar al mercado saaron para le trueque una pulsera de oro que habían traído consigo para cambiarla por comida, pero Duda no estaba segura de que los alimentos que les daban cubriera el precio total de lo que ofrecían y se enfadó, pero en esa ciudad no conocían el oro, sólo veían un adorno bonito, a Tristeza le daba pena desprenderse de la pulsera ya que era muy bella, y Miedo pensó que le estaban timando, así que recelosos fueron puesto por puesto comparando lo que les ofrecían, debido a esto, los mercaderes empezaron a competir, ya que sembraron la avaricia, y todos los demás ciudadanos empezaron a hacer lo mismo, se creó una competición en la plaza. El alcalde de la ciudad, Sabiduría, hacía todo lo posible por restaurar la normalidad en la ciudad, pero no lo conseguía, llamó a Diálogo para que les serenara, llamaron a Melodía para que se clamaran, y llamaron a Paz para que distribuyera su esencia, pero no hubo manera.
Cuando llegó la hora y el mercado cerró, la gente de la ciudad se miraba con cara desconfiada, se fue a casa en vez de a pasear por los parques y plazas y a refrescarse en las fuentes, cerraron las puertas con llave por primera vez, en sus vidas porque habían estado regateando hasta la saciedad y tenían cosas diferentes que sus vecinos, y Miedo les había implantado el temor a ser robados, y Duda la incertidumbre de las verdaderas intenciones de sus, hasta ese día, amigos.
Así pasaron años y la ciudad en la que todos sonreían, la ciudad en la que no había pobreza ni enfermedades, se fuer tornando gris, aparecieron plagas y vagabundos, la gente recelaba unos de otros, y no salían ya de casa a menos que fuera necesario, por lo que los parques, las plazas y las fuentes se fueron deteriorando.
El alcalde sabiduría murió amedrentado por Tristeza, que no hacía otra cosa que recordarle el cambio que había sufrido su maravillosa ciudad, Esperanza se mudó de ciudad, acongojada por las lágrimas, Diálogo intentó pregonar por las plazas las canciones que Melodía le ofrecía, pero ya nadie salía a verles y se sintieron olvidados, y paz no encontraba a nadie que le interesara respirar su esencia, así que también migró.
Así que esto nos sirva de advertencia amigos, no dejemos entrar en nuestros corazones a Duda, Tristeza o Miedo, porque Sabiduría morirá, y Esperanza se irá, y con ella se llevará las alegrías y las sonrisas, los paseos porque sí y las buenas intenciones, las melodías, diálogos, y la paz.

Muchos besos a todos y todas